No confíes en mi voz… a veces miente…Mírame a los ojos… ellos nunca engañan…Presta atención a mi letra… esa soy yo…

Mis demonios

 


El resumen de una vida está construido con pequeños cachitos de gloria, momentos fugaces de felicidad; esos ratos, cortos pero inmortales, en los cuales tu mirada brilla con una luz que el mismo Sol envidia y quiere para él. La vida es la suma de ratitos, al menos es lo que dicen los entendidos; expertos en utopías y fervientes creyentes en la bondad humana.
Yo misma, adicta en un pasado no muy lejano a los libros de autoayuda, es lo que creo (o lo que quiero creer).
Llevo ya tiempo intentando construirle a mi vida unos cimientos sólidos de sonrisas y emociones positivas… digo intentando… no lo consigo. Y no lo logro porque entre mis miserias está esa puñetera capacidad innata de verlo todo de color negro azabache, soy casi incapaz de ver la mitad medio llena del famoso vaso de las narices. Me esfuerzo, y aún así no lo consigo, quizás es que no le pongo suficiente empeño, quizás no supe leer entre líneas en tantas noches de lectura desesperada.
La cosa es que me he comprado una balanza. Cojo todos los momentos de mi vida, los buenos y los malos, y los intento medir a ver hacia donde se inclina el peso en cuestión. Resultado: o no sé valorar todo lo bueno que tengo (que es mucho, a eso llego), o realmente es que mi vida es una porquería y por más luz que me traiga el sol, siempre estaré rodeada de nubes negras y sogas en el cuello. Evidentemente, descarto el victimismo y me quedo con mi incapacidad de agradecimiento.
Tópico pero cierto, quién me va a querer si yo misma no me caigo bien. Quién me va a dar un voto de confianza si soy yo la que tiro para atrás mis proyectos antes incluso de empezarlos.
Y yo quiero cambiar, y sé que puedo cambiar, pero es que muy cómodo quedarme como estoy y no hacer absolutamente nada por darle calidad a mi existencia. Es mucho más fácil y menos engorroso acostarme a esperar un nuevo día que plantarme cara a mi misma y decir BASTA, DESPIERTA, LUCHA.
Y que más da, si total, yo soy así. Imán de oscuridad, ahuyentadora de triunfos, cobarde por naturaleza y transgresora de mi propia dignidad.
Debilidad. Ceguera. Inseguridad. Vagueza. Conformismo. Negación. Personalidad múltiple. Autodestrucción.
Estos son mis demonios. No hay falsa humildad. Dejo atrás hoy mis virtudes. Quiero hablar de mis defectos y darles nombre, puede que así ya sepa como luchar contra ellos.

Un ladrillito menos.



Carmen

1 bombilla encendida:

VolVoreta dijo...

Yo creo que, sobre todo, eres MUY VALIENTE al confensarte de esta manera. El que más el que menos, purulamos por ahí con lo mismo pero bien guardadito para que no se note. Tú has "sobredimensionado" los "defectos"...porque sólo "viéndolos" uno puede deshacerse de ellos. Bien por tí! un ladrillo menos...
Besitos (para Ada, tu Hada, también por supuesto)