No confíes en mi voz… a veces miente…Mírame a los ojos… ellos nunca engañan…Presta atención a mi letra… esa soy yo…

BB - Ella

26 bombillas encendidas  

Hace tiempo una amiga me dijo que debía buscarme una canción para poder cantarla en mis ratos malos, una que pudiera tararear cuando sintiera que ya no podía más. Una que me animara y me levantara. Una que, solo de pensar en ella, ya me diera fuerzas pa tirar pa’lante.

La suya era “I will survive”, de Gloria Gaynor, una elección de lo más acertada.

A mí me costó encontrarla, bastante. Durante un tiempito fue Shakira la que me acompañó con su “Ciega sordomuda”, todavía recuerdo la letra entera y he de reconocer que bailo solo de pensar en ella. Me pasaba el día cantándola y oyéndola, y sí, solo de hacerlo notaba como algo iba renaciendo en mí y me iba creciendo y creciendo. El problema es que con los años maduras y lo que antes servía va perdiendo fuerza y eficacia (aunque sigo sonriendo cuando la oigo)

Finalmente apareció BB… “ELLA”… ¿Cómo no hacer de esta canción el tema principal de mi banda sonora? Es, simplemente, perfecta. Tiene todo lo que necesito para poder pegar un gran salto y ponerme de nuevo en pié…

Os la subo porque la tenía un poco abandonada y necesitaba reencontrarme también con ella.
El vídeo es sencillo, pero entrañable. Estamos TODAS en él, no se ha olvidado de ni una sola. A mí, personalmente, me llena de LUZ.

Abajo os dejo la letra, no tiene desperdicio

(Apagad el reproductor de abajo)
Chicas: ¡PARA TODAS VOSOTRAS!
Carmen
ELLA
Ella se ha cansado, de tirar la toalla
va quitando poco a poco telarañas
No ha dormido esta noche, pero no está cansada
No miró ningún espejo, pero se siente "toa" guapa
Hoy, ella se ha puesto color en las pestañas
Hoy le gusta su sonrisa, no se siente una extraña
Hoy sueña lo que quiere sin preocuparse por nada
Hoy es una mujer que se da cuenta de su alma
Hoy vas a descubrir que el mundo es sólo para ti
que nadie puede hacerte daño, nadie puede hacerte daño
Hoy vas a comprender que el miedo
se puede romper con un sólo portazo
Hoy vas a hacer reír
porque tus ojos se han cansado de ser llanto, de ser llanto
Hoy vas a conseguir reírte hasta de ti y ver
que lo has logrado
Hoy vas a ser la mujer
que te de la gana de ser
Hoy te vas a querer como nadie te ha sabido querer
Hoy vas a mirar pa´lante que pa´ atrás ya te dolió bastante
Una mujer valiente, una mujer sonriente
mira como pasa
Hoy no has sido la mujer perfecta
que esperaba na roto sin pudores las reglas marcadas
Hoy has calzado tacones para hacer sonar sus pasos
Hoy sabe que su vida nunca más será un fracaso
Hoy vas a descubrir que el mundo es sólo para ti
que nadie puede hacerte daño, nadie puede hacerte daño
Hoy vas a conquistar el cielo
sin mirar lo alto que queda del suelo
Hoy vas a ser feliz
aunque el invierno sea frío y sea largo, y sea largo
Hoy vas a conseguir reírte hasta de ti
y ver que lo has logrado
Hoy vas a descubrir que el mundo es sólo para ti
que nadie puede hacerte daño, nadie puede hacerte daño
Hoy vas a comprender
que el miedo se puede romper con un sólo portazo
Hoy vas a hacer reír
porque tus ojos se han cansado de ser llanto, deser llanto
Hoy vas a conseguir reírte hasta de ti y VER LO QUE HAS LOGRADO
Besitos

Otra vez...

13 bombillas encendidas  


Mis manos empiezan a temblar, el sudor se adueña de mi cuerpo y mis orejas se ponen de un color rojo fuego imposible de disimular. Se me quiebra la voz, me quedo muda, mi capacidad de reacción huye despavorida y el bloqueo se adueña de mí. Me siento chiquitita chiquitita y busco desesperadamente una piedra donde esconderme, o un agujero donde meter la cabeza. Quizás, si me esfuerzo, la tierra se abrirá por compasión y se me comerá hasta hacerme desaparecer…

Él ha vuelto… Todo sigue igual… No sabe que existo, no sabe qué siento, no sabe nada de nada, no lo sabe porque mi miedo no me permite dejarle que me vea.

Sigo siendo la gran dama blanca, la reina del hielo… Saco mis dientes, afilo mis uñas y me pongo en guardia. Me cargo de un zarpazo a las quince mil mariposas que me vuelan, yo no les pedí que volvieran, son unas insensatas y unas provocadoras. Consigo vencer a la debilidad, nadie volverá a hacerme daño, soy imposible, inalcanzable………… y así me va


Aquí estoy yo, aullándole a la Luna… otra vez


Carmen

The never ending story...

7 bombillas encendidas  



Y aquí estoy yo, de nuevo, recuperando mi bandeja… circunstancias de la vida.

Una semana antes de finalizar mis vacaciones y volver a estudiar me encuentro otra vez, como si de una casualidad se tratara, con esos 60 cm de diámetro apoyados en mis dedos, cual prolongación natural de mi propia mano.

Y mis compañeros los pobres me dicen:”Carmen tranquila, no te estreses, no te agobies, has vuelto de forma provisional”… Pero si es que yo no estoy estresada, ni agobiada, ni tan siquiera sé si quiero que esto no sea más que un retorno puntual. Sé que es difícil de creer, pero lo único que siento ahora mismo es AGRADECIMIENTO y bienestar.

Soy camarera por purita vocación, me molesta reconocerlo, pero así es. Echaba de menos ese día a día, esa rutina, esos nervios, esas prisas, esa cafetera, ese lavavajillas… esos clientes que me miran con ojitos golositos y me preguntan:”Carmen, ¿por fin vuelves? Y a mis compañeros, cómo no, por supuesto que sí, tan locos pero tan entrañables, tan susceptibles pero tan geniales, tan irascibles pero tan leales… Echaba tanto de menos esos pequeños detalles, esos y muchos más.
Vuelvo, ¡he vuelto!, aunque en realidad, ¿acaso me fui alguna vez?...

Contradicciones… Tomé una decisión y me fui para no volver… Insensata, inmadura, incongruente… o quizás no

Será que en realidad no quiero volver... será que lo único que me pasa es que tengo MIEDO... otra vez

Utilizo la imagen de mi propio signo zodiacal, es curioso que dos peces mordiéndose la cola puedan asemejarse tanto al símbolo del Yin y el Yan (¿dije asemejarse?)

(Metafísica surrealista… una vez más)
Carmen

Dulces sueños...


Es curioso cómo puedes hacer que tu día cambie con un sencillo detalle.


Os explico:


Tengo un problema de insomnio, de esos que te despiertan cada media hora y no te permiten descansar como realmente se debiera… Desesperante
Mi ordenador está en mi habitación y últimamente me ha dado por ponerme música durante toda la noche para ver si así consigo relajarme… PUES SÍ, por ahora funciona. La pongo bien bajita para no molestar a los vecinos, lo suficientemente baja para que en el silencio de la noche pueda intuirla suavemente. Hay veces que no cierro mi blog y escucho lo que ahora mismo estáis escuchando vosotros, así todo va casi bien, el problema es que hay algunas canciones en las que se sube el volumen y sin querer me despiertan. Esta noche lo intenté con Amarantine, de Enya y, bueno, el resultado ha sido casi inmejorable. Despertarme me he seguido despertando, supongo que por que ya es una costumbre adquirida desde hace ya demasiados años, pero cada vez que lo hacía y oía la dulce voz de esta mujer me relajaba y me volvía a dormir con una sonrisa serena en el alma. Hasta mis sueños han sido tranquilos, ni una sola pesadilla. Evidentemente, el hecho de descansar correctamente y sin ansiedad ha ocasionado que mi despertar fuera completamente distinto. Las circunstancias eran diferentes cuando he abierto los ojos, estaba maravillosamente TRANQUILA. Puf, que gozada.
No sé si vosotros tenéis algún problema parecido, espero que no pero, si fuera el caso, os recomiendo esta alternativa, en serio que funciona. Si no os gusta Enya hay más opciones, hay un Cd que se llama “El mejor albúm de relajación del mundo”, es música clásica, muyyyyyyyy tranquila, también es altamente recomendable (mi hija, de 6 años, duerme como un angelito cuando utilizo el mismo procedimiento con ella, incluso es ella la que me pide que lo haga). Hay millones de posibilidades, todo depende de vuestros gustos musicales. Eso sí, siempre melodías tranquilas y muy bajitas y nada de cascos directamente a los oídos, es demasiado directo, te acaban doliendo los oídos, la cabeza y no puedes desconectar del todo. Se trata de oír un leve hilo musical que te vaya abandonando al sueño y a la paz. Quemar aceite de lavanda también ayuda.
Espero que, si lo necesitarais, os sirva



Besitos… y dulces sueños


Carmen

SILENCIO (Relato 4)

35 bombillas encendidas  



Bueno, Al final yo también me sumo al concurso de relatos de El Mosquitero

Lo hago porque se lo debo a Antonia, mi profesora de literatura, que siempre luchó por hacer de mí una escritora. Ahora, por no haberle hecho caso, sólo sé escribir tal y como veis. No tengo idea de por dónde debe parar pero, POR SUPUESTO, se lo dedico a ella…

SILENCIO


Después de casi una semana de lluvias y vientos chirriantes, la calma había dado una tregua a aquel pueblecito lejano y dejado de la mano de Dios donde Alicia había decidido refugiarse y escapar del martilleo incesante de las calles de Barcelona, y de su propia vida.

Era una tranquila noche de Febrero. A pesar del frío, Ali se había puesto su bata afelpada y había abierto ventanas y balcones para poder sentir aquel maravilloso olor a limpio que le llegaba del bosque cercano al caserón. Jazmín, pinos y madreselva, sólo había que cerrar los ojos y sentir. Disfrutó y se dejó llevar. Sabía que aquella tranquilidad no iba a durar demasiado, así es que se aferró a ella y se tomó su tiempo…

Finalmente, con una taza de té y una manta de viaje, subió a la terraza y se sentó frente a su portátil. Había estado apagado por más de 7 días. Cargada ya la batería lo encendió y comprobó si la conexión a Internet funcionaba en aquel lugar perdido. Se sorprendió, no muy gratamente, al verificar que no hubo el más mínimo problema y que pudo acceder fácilmente a su correo personal. Sólo tenía 1 mail. Era de Pedro, como no… Toda la paz que había alcanzado en esos días se le escapó, sus manos empezaron a temblar, notó como el rubor se adueñaba de sus mejillas y una gota de sudor frío cayó desde su nuca. Había postergado aquel momento hasta que su conciencia no se lo permitió más. Sentimientos encontrados… El mensaje tenía como título “Silencio” y, dadas las circunstancias, le pareció sumamente acertado. A pesar de su ansiedad lo abrió, porque debía hacerlo. VACIO. Una página en blanco se había abierto ante ella, no había absolutamente nada escrito, ni una sola frase, ni una sola palabra… NADA. Ali se quedó en trance, esperaba de todo menos aquello.

Su vida, hasta hacía una semana había sido la de una mujer “normal”. Estaba casada desde hacía 23 años y no tenía hijos por una decisión de mutuo acuerdo con su marido. Escritora reconocida de cuentos y fábulas infantiles, con una vida social limitada a unos pocos amigos de la facultad que compartía con su pareja. Pedro era catedrático de filología románica en la Universidad de Barcelona. Hacían una pareja idílica, tenían una vida cómoda y sin excesivas complicaciones. Se compenetraban a la perfección, se respetaban y aceptaban de una manera ejemplar. No sabían lo que era una discusión, ni un menosprecio, ni una falta de entendimiento. Alicia siempre fue la debilidad de Pedro, era su única razón. Todo era maravilloso… al menos eso parecía…


Hacía ya mucho tiempo que Ali se sentía atrapada entre tanto sosiego, hacia ya años que respiraba con dificultad al despertarse cada día y comprobar que su día iba a estar falto de sorpresas. Todo iba bien en su rutina, demasiado bien, y eso la agobiaba y la llevaba a un estado de desesperación que, aunque no lo reflejara, se estaba comiendo hasta el último rinconcito de su alma. Adoraba a Pedro, era un gran compañero de viaje, dulce y comprensivo, servicial y detallista. Era una persona excelente y lo quería más que a nadie en este mundo, pero ya no le amaba. Con el transcurrir de los años se habían convertido en amigos inseparables, pero el deseo se había extinguido absolutamente por parte de ella desde hacía ya demasiado. Mil veces quería haber hablado de esto con él, pero no se atrevía, sabía que lo iba a destrozar y por eso aguantaba en su esclavitud de mujer conformada. Eran capaces de hablar sin tapujos de cualquier tema, excepto del primordial, la muerte de su relación. Ambos tenían un blog en común en el cual recopilaban relatos escritos por terceros. Era allí donde Ali, poco a poco, fue intentando dejarle mensajes a Pedro que no se atrevía a confesarle en persona. Publicaba textos con títulos tales como “Estancada”, “Hoy vengo a decirte adiós” o “Crónica de una despedida”, pero él parecía no darse cuenta de que el estado anímico de su mujer rozaba la agonía y la desesperación.

Un 19 de Febrero, aprovechando que Pedro estaba de viaje por todo un fin de semana, Alicia decidió simplemente irse. Empaquetó su ropa, sus libros y sus recuerdos más personales y huyó. Así, sin un aviso, sin un adiós, sin una explicación… Lo único que fue capaz de hacer fue escribirle una nota: “LO SIENTO, NO PUEDO MÁS, YA NO HAY AMOR” Se fue llorando, sabiendo que tiraba 25 años de su vida por la borda, sabiendo que él iba a quedar mal herido y completamente noqueado, sabiendo a ciencia cierta que ya no había marcha atrás, sabiendo que era una maldita cobarde y que jamás iba a ser comprendida.

Alicia todavía observaba la vacía pantalla de su ordenador cuando recibió un nuevo mensaje… Pedro: “VIVE, es lo único que te pido”. Acurrucó la cabeza entre sus brazos y lloró, lloró y lloró. No era justo lo que había hecho, él se merecía una explicación, pero cómo explicarle todo lo que ella había tenido dentro durante tanto tiempo y que no había sido capaz de sacar al exterior…

Cuando se tranquilizó bajó al salón, abrió su impresionante piano de cola y empezó a improvisar la melodía de todos los sentimientos que siempre calló. Pasó horas y horas hasta que consiguió darle forma a su sentir. Ya amanecía cuando grabó su despedida y se la mandó al mail que tenían en común. Sólo sabía hacer eso… pero sabía que él lo entendería…

Carmen

ANTONIO OROZCO – Una y otra vez (Acústico)

2 bombillas encendidas  

Porque hoy más que escribir me apetece oír…

Simplemente, porque adoro a este hombre, porque forma parte del recuento de sensaciones de mi vida, porque siempre me acompaña cuando no hay más que gris…

Neruda mi niña, va también por ti, sé que te emociona tanto como a mi.

(Apagad el reproductor de bajo si os apetece verlo)


Besitos

Carmen

CARPE DIEM

6 bombillas encendidas  


En un día negro como hoy creo que la mejor aportación que puedo hacer es remitiros a una entrada que escribí hace ya tiempo. Simplemente, no tengo palabras…, creo que entre todos ya lo hemos dicho todo…

Carmen

Esperando al Hada...

4 bombillas encendidas  


Una noche de hace más de dos años le conté a mi hija un cuentito para que durmiera, se llamaba “El Hada de los dientes”, una versión nórdica del Ratoncito Pérez, solo que más mágica y más dulce. Le encantó. Desde entonces, prácticamente todos los días, Ada se miraba al espejo y se tocaba su minúscula boca para saber si alguno de sus dientecillos se movía. Estaba deseosa por que aquella hada, pelín traviesa, la visitará. Yo intenté seguir la tradición y traté de convencerla de que era tan chiquitita y vivía tan lejos que quizás no pudiera llegar hasta aquí, y que mejor esperara a que el ratolín, que era amiguito suyo, fuera el que se encargara de todo… nada, que ni hablar… ya con 4 años mi hija me contestó: “Mamá, eres tonta, es mágica, puede ir donde quiera en un plis y sin cansanrse, como Papá Noel”…. ….INDISCUTIBLE… Cuando les contaba a sus compis del cole lo de su amiga el hada todos le decían que era una mentirosa, que no existía nadie más que el Ratoncito Pérez y que eso se lo había inventado ella, eso es lo que yo precisamente quería evitar, pero bueno, mi niña, chula relucha, les plantaba cara y les decía que se quedaran ellos con el ratón, que a ella iría a verla el Hada de los Dientes

Mi pequeña bruja cumplió 6 años en Abril, parecía que todo se estaba retrasando, que el momento no llegaba, todos sus amiguitos estaban ya mellados y moviéndosele varios dientes, todos excepto ella… hasta hoy.

Cuatro de la tarde; Ada viendo dibus y jugando, yo frente al ordenador curioseando entre blogs. De repente la oigo corriendo por el pasillo (unos trece metros) y chillando MAMÁ MAMÁ MAMÁAAAAAAA. He de reconocer que me ha llegado a asustar. Pues sí, ¡¡¡POR FÍN se le mueve un diente!!! La ilusión de mi hija era (y es) increíble, casi se le salían los ojos de las órbitas cuando me lo intentaba explicar, no ha parado hasta que lo he comprobado por mí misma (incluido un: ” ¡Pero abre la boca chiquilla que sino no lo puedo ver!”). Ays, mi peque, si parecía que era víspera de Reyes. Angelico mío, cuanta emoción, cuanta ilusión, bendita inocencia.

Tooooooooodo el día tocándose el diente, y yo diciéndole que se lo dejara, que ya se caería solito. “¿Mamá, y si se me cae sin que me dé cuenta y lo perdemos?”, “No pasa nada cielo, le haremos un dibujito de tu diente al Hada y le explicamos qué ha pasado, tranquila que ella, con su varita mágica, lo encontrará esté donde esté”. Uf, nervios, nervios y más nervios.

Para mí no hay más dicha que ver a mi hija feliz. Le he hecho mil fotos de un antes para luego hacerle otras mil de un después. ¡Que GRANDES son sus pequeñas cosas!, cómo son capaces de magnificar el más mínimo detalle, impresionante su capacidad de valorar y hacer suyo cualquier momentito de felicidad… son coleccionistas de ilusiones.

He de reconocer que ha habido un momento en el que me caído y me he entristecido (ahora que lo escribo me vuelve a suceder)… mi niña se hace mayor… crece… en breve se despegará de mis faldas y ya no seré lo más importante en su vida, empieza ya primaria, su vida cambia, cada vez se hará más independiente, sus amigos serán lo primero y ya no me lo contará todo… Sentimiento egoísta el mío, lo reconozco. Las cosas son así y así deben ser… Quiero ser capaz de coserle unas alas preciosas y, llegado el momento, darle una pequeñita patada para que aprenda a volar…

Pero bueno, en estos momentos, lo más importante es esperar la ansiada visita de la maravillosa


HADA DE LOS DIENTES


Carmen

Lo que el viento se llevó (Relato 3)

2 bombillas encendidas  



Elisenda, solterona con casi setenta años, había encontrado en Don Braulio a aquel padre que de tan niña perdió, e incluso aquel hijo que jamás le dieron la oportunidad de criar ni de tan siquiera conocer.
Todos los días, a las 7 de la mañana, se tomaba su cafenito y, aún en pantuflas, bajaba a la boca del metro y cogía el diario gratuito. Luego pasaba por la floristería de su amiga Pepa y se dejaba regalar un ramito de margaritas silvestres, siempre blancas. Las dos chismorreaban y se reían durante un rato mientras se tomaban un té de jazmín en la trastienda, fumándose un pitillo a hurtadillas como si fueran chiquillas de quince años escondiéndose de la temible Madre Superiora. Aquel era, sin duda, uno de los mejores momentos que les podía ofrecer a ambas la vida.



Aún con una grata sonrisa en la boca, Elisenda subía a pié los seis pisos que le llevaban a casa del que ya había hecho su protegido por derecho propio. Hacía ya más de dos décadas que había convertido aquella visita en una rutina, 24 años para ser exactos desde que a Don Braulio le detectaron un alzheimer que lo dejó en el más crudo de los desamparos. Todos, y cada uno de los días, sin descanso y sin cansancio que pudiera con ella, subía a casa de su vecino y le hacía las tareas del hogar, le aseaba, le cambiaba los pañales cincuenta y seis veces al día, le preparaba una taza de caldo escondido en leche, le leía alguno de los cientos de libros que él tenía en su biblioteca y veían juntos, de nuevo, “Lo que el viento se llevó”. Y todo esto sin más pago que alguna sonrisa ocasional, muy de vez en cuando, cuando Don Braulio la confundía con su difunta esposa. Los hijos de él habían, literalmente, desaparecido, hacía ya mucho que el teléfono no sonaba, tan solo recibía una felicitación por Navidad. Gracias a Dios su enfermedad lo había llevado a un estado de amnesia total e irreversible y había olvidado, aún en sus ínfimos y cortos estados de lucidez, qué había sido de su vida en los 70 años anteriores. Con sus 94 ya cumlidos no tenía más que esporádicos recuerdos de su edad de oro. Era un duro trabajo para Elisenda, pero jamás nadie pudo decir que se quejara. Ella, siempre sonrisa en boca, lo cuidaba y lo mimaba con un cariño y con una comprensión difícil de entender. Sin ser siquiera de su sangre, adoraba a aquel abuelito llevado a menos, indefenso e inocente, que le ocupaba la inmensa mayoría del tiempo de su día a día. Don Braulio, con la casa llena de fotografías en blanco y negro de las grandes aventuras de su juventud, cogido de la cintura de Doña Catalina, aquella rubia explosiva, transgresora y provocadora en el tiempo de represalias, prejuicios y pecados mortales que les tocó vivir. Elisenda todavía recordaba aquellos primeros años en los que ella empezó a subir “por si acaso” y se pasaba horas y más horas escuchando sus viajes y sus vivencias. Por aquel entonces era él quien le leía a su adorado Julio Verne y le contaba entre risitas socarronas cómo le tiraron del cine porque le metió mano a la rubia peligrosa, con las voces de fondo de Clark Gable y Vivien Leigh. Aquel hombre era su vida y su razón de seguir. Nadie jamás le había dado tanto cariño ni le había obsequiado con tanta atención y gratitud mientras su cabeza y su alma se lo permitieron. Él tenía ahorrado dinero más que suficiente como para comprarse dos plantas enteras del mejor geriátrico de Madrid pero, ni sus hijos permitían que él gastara ni un solo duro de la jugosa herencia que les estaba por llegar, ni ella les contó jamás que Don Braulio guardaba bajo su colchón una cantidad de dinero incontable que le habría permitido vivir rodeado de médicos y enfermeras por veinte años más. Definitivamente no quería quedarse sin él. Elisenda jamás había tocado ni un solo céntimo de aquel dinero a no ser que fuera para pagar a la asistenta que dormía todas las noches en un sillón a su lado, Ani se llamaba. Ella misma fue la encargada de buscarla y contratarla, tenía 23 años y era enfermera en prácticas, muy buena chica, cuidadosa y diligente, dulce y respetuosa, había sabido elegir muy bien.



Por momentos, con la luna y en la soledad de su cama, Elisenda se derrumbaba y no entendía porqué alguien, humano, podía haber abandonado a un pobre hombre a su suerte, como sus propios hijos, sangre de su sangre, lo habían desterrado al olvido sin la más mínima consideración ni piedad. No conseguía entender como aquellos malditos mocosos a los que jamás les faltó de nada, que estudiaron en los mejores colegios y que se casaron ya con una casa pagada, podían haber dado a su padre el peor de los castigos, la soledad. Si es que ni cariño les había faltado. Doña Catalina les había malcriado, es cierto, jamás les riñó ni les dijo una palabra más alta que la otra, siempre habían hecho lo que les había venido en gana y nunca fueron amonestados por ello, ni siquiera cuando a Enriquito le dio por dejar en bolas a un pobrecito niño de su colegio solo porque su ropa no era de marca y le molestaba que se paseara con esos harapos de mercadillo… nada, se limitaron a quitarle la bicicleta un día (y que más daba, si llovía). Sí, debía ser eso, falta de disciplina y falta de carencias, jamás aprendieron a valorar ni a agradecer. Ella los odiaba, los repudiaba con toda su alma, sabía que los volvería a ver en el funeral de Don Braulio, frotándose las manos y deseando cobrar aquella puñetera herencia. Elisenda lloraba mares pensando en aquel momento que lo separaría definitivamente de él. ¿Qué sería de su vida sin Don Braulio?, todo perdería sentido, ya no habría a quién cuidar ni con qué ocupar sus horas. Se consolaba pensando en que Pepa seguiría ahí y en que, quizás, tal vez, podría empezar a tener un poco de vida social…



Le quedaba también otro consuelo, quizás los hijos de Don Braulio habían decidido desaparecer, ese era su puñetero problema, pero ella siempre estaría a su lado, hasta el final de sus días, regalándole su compañía y su humilde saber hacer… y ella sabía que, por desgracia no todo el mundo corría la misma suerte. Qué más da si de vez en cuando la confundía con Doña Catalina y le pegaba una palmada en el culo, era todo un privilegio ser confundida con aquella maravillosa rubia de oro…




Carmen

Las golondrinas siempre vuelven

8 bombillas encendidas  


Bueno, aquí estoy de nuevo… Cambiándolo todo, poniendo mi blog patas arriba y empezado la casa por el tejado, no vaya a ser que llueva y se me mojen las ganas.


Dos meses de silencio consumado y de aislamiento interior debido a una falta de inspiración frustrante. Yo soy así, Pasión debí llamarme. No sé centrarme en nada, no sé hacer perdurar en mí un mínimo de constancia. Tiendo a la apatía y al aburrimiento. Lo mío es el bloqueo y la incertidumbre. Creo vislumbrar un camino y lo sigo… al poco se me nubla la vista y ya no sé hacia donde debo seguir, no me acuerdo hacia donde me dirigía. Tierras movedizas… me ahogo… doy marcha atrás. ¿Para qué esforzarme?, si es que es complicado y no me gusta sudar.
Mi blog es un claro reflejo de mi personalidad cambiante y ermitaña. Mil mujeres viven en mí y, la verdad, no nos acabamos de comprender del todo bien. Lo fácil es echarle la culpa de todo a mi naturaleza pisciana… el Sol eligió por mí, no puedo hacer nada en contra de lo evidente… PAPARRUCHAS…


Mi vida es un quiero pero no me da la gana. Un anda pero descansa cada medio paso. Consigo cosas y yo misma las deshago, no vaya a ser que la cosa me salga bien y descubra que soy capaz de sonreír con relativa asiduidad…


Teoría teoría y más teoría, prácticas sin finalizar. Será que siempre fui una estudiante insensata y poco aplicada y me aferro a eso como a un clavo al rojo vivo. Si es que lo mío es purita perrería.
Y aquí estoy de nuevo… sin saber elegir siquiera el nuevo título de mi blog. No es que me apasione Nirvana, pero si me identifica en el sentido de que algo de Paz no me vendría nada mal… aún así no aseguro que no vaya a ser cambiado


No consigo desvincularme de mi estrés. Mis problemas se multiplican a velocidades supermanianas y todo lo soluciono con una falta de actividad y reacción que no me lleva a ninguna parte más que a seguir aumentándolos. Supongo que esto también ha tenido algo que ver con mi ausencia.


Vuelvo a vosotros porque, por más que lo intento, no consigo comprender porqué os abandoné y perdí un contacto que me llenaba de comprensión y cariño. Ya no andaba sola, y aún así me fui… etapas de la vida seguro que me decís… pues no, no es eso, es que simplemente soy idiota, blanco y en botella, las cosas por su nombre.


Ahora a comenzar de nuevo, esta vez poquito a poco, sin pasarme. Esperando y deseando volver a reencontraros. Sé que habéis seguido por aquí, que habéis entrado día a día para saber si había vuelto. Perdón por los mensajes que llevaban un tiempito sin moderar, si es que ni siquiera accedía a mi blog y no sabía que estaban.


Necesito chispitas, necesito luz… ¿cómo era?... ah si, CUESTIÓN DE ACTITUD (quizás si lo escribo mil veces en la pizarra, al más estilo Bart Simpson, consiga asimilarlo y hacerlo mío)


GRACIAS POR NO DEJARME IRME


Mil besos a todos




(y perdón por el torrazo de entrada, necesitaba reencontrarme con mi metafísica surrealista)



Carmen

3 bombillas encendidas  




Cambio radical… de nuevo

Cambio de nombre… porque lo necesito

Cambio mis ladrillos y los convierto en mariposas… no sé dejar de volar…