No confíes en mi voz… a veces miente…Mírame a los ojos… ellos nunca engañan…Presta atención a mi letra… esa soy yo…

Improductividad

6 bombillas encendidas  


¿Por qué esto de la astenia primaveral nos afecta más a las mujeres que a los hombres?, es curioso, pero es una realidad, lo percibo todos los días. No es que ellos no la acusen, los pobres también tienen los suyo, es sólo que, supongo que por nuestra sensibilidad y nuestra complejidad neuronal, nosotras lo llevamos un poquito peor. Las cosas por su nombre, ellos son mucho más sencillos, más pasotas, no se comen tanto la bola, ni le dan tanta importancia a nuestros pequeños grandes problemas, su estilo de vida es más tranquilo y más amable (creo). A veces quisiera ser un hombre y no tener que pasar por tanto cambio hormonal, ni padecer tantas migrañas, ni pasarme el día pensando, pensando, PENSANDO… Hoy al menos preferiría llamarme Carmelo y no tener ni puñetera idea de que es eso del color vino, ni saber como se pone un puñetero tampón…

Tengo un día de esos en que abro los ojos solo por el mero hecho de que debo hacerlo, porque, por más que me apetezca, no me puedo permitir refugiarme en mi cama y no salir de ella hasta mañana. Hoy es un día completamente improductivo e inservible, nulo e indiferente, aburrido y negro. Escribo todo esto por escribirlo, por no encerrarme en la prisión de mi soledad y por buscar un atisbo de luz. No estoy triste, solo es apatía y evasión. No me apetece hacer absolutamente nada, solo de pensar que ahora tengo que bajar a mi perro se me hace muy cuesta arriba. Tengo a mi pobre Ada abandonada y olvidada en su habitación de juegos, al menos tengo el consuelo de que ella tiene 6 años y su mundo es mágico y maravilloso. Por no tener ganas, no tengo ganas ni de metafisiquear, y mira que yo soy muy dada a hacerlo, pero nada, que ni eso. Ni siquiera tengo ganas de pensar en ese hombre que últimamente me quita el sueño y que, por cierto, todavía no sé ni como se llama (tontita que es una).
Llevo todo el día pegada a vuestros blogs, buscando compañía y aliento y, afortunadamente, lo encuentro. Pero reconozco que hoy mis ojos no brillan, mi mirada está apagada y hoy mi vida es un sueño del que quiero despertar.

Pasará, todo pasa. Sólo es cuestión de actitud, ¿no?

Sólo quiero agradeceros el que sigáis aquí, conmigo.

Besitos para todos

Carmen

(o quizás Bridget Jones)

Soldadito marinero - FITO Y FITIPALDIS

6 bombillas encendidas  

No sé a vosotros, pero yo adoro a Fito y Fitipaldis, y en concierto mucho más.

He intentado subir esta canción a mi playlist pero no lo consigo, así es que subo un vídeo hasta que pueda hacerlo. Quizás os resulte un poco monótona, pero para mí es su mejor lento, me deja en estado de "trance". Simplemente no podía faltar en mi blog (ni mi gran Orozco, ni mi gran Arjona, ni mi gran Manolo García...)

Recuerdos, como no... huele a Café Soret a las 3 de la tarde, ese ratito cuando, después de una jornada intensa de trabajo, esta canción se convertía en su auténtico himno... (y es que, aunque me fastidie, echo de menos mi bandeja)


(Acordaos, parad el reproductor de bajo si lo queréis ver)


Carmen

RECOMIÉNDANOS UN LIBRO

14 bombillas encendidas  




Esta entrada es para para que nos recomiendes un libro. Uno de esos que te marcan para toda la vida, o simplemente uno que te encantó, que te sorprendió.



Yo ya he dejado unos cuantos en la columna de la izquierda. Lo mío es vicio puro, aunque últimamente estoy bastante perrilla y no leo absolutamente nada (tengo unos 8 libros sin estrenar en la estantería que me miran con ojitos desesperados...).



Anda, anímate, di uno, dos, cinco, veintiseis, los que te apetezca, del estilo literario que más te guste. Yo, personálmente, si no lo he leido ya buscaré un huequito para hacerlo.






La verdad es que me encantaría que, poquito a poco, esta lista fuese cada vez más y más grande, por eso he decidido ponerla aquí en vez de en la columna lateral.
Aquí os dejo ordenados todos los que nos vamos recomendando.
Hay pocos vicios tan sanos como la lectura



AGUSTÍN GOYTISOLO - Elegías a Julia Gay (POESÍA)
ALEJANDRO DUMAS - El conde de Montecristo
AMY TAN - El Club de la Buena Estrella
AMY TAN - La ciudad prohibida
AMY TAN - La hija del curandero
ANCHEE MIN - La ciudad prohibida
ANN BENSON - La plaga
ANTONIO CABANAS - La conjura del faraón
ARTHUR GOLDEN - Memorias de una geisha
ARTURO PÉREZ-REVERTE - El club Dumas
ARTURO PÉREZ-REVERTE - El oro del Rey
ARTURO PÉREZ-REVERTE - El sol de Breda
AZORÍN - Confesiones de un pequeño filósofo
BERNARD CORNWELL - Arqueros del Rey
CARLOS RUIZ ZAFÓN - La sombra del viento
DAN BROWN - El código Da Vinci
DOUGLAS PRESTON - El códice maya
DOUGLAS PRESTON – Tiranosaurio
FRANK SCHÄTZING - El quinto día
FRANKL - El hombre en busca de sentido
FREDERICK FORSYTH - Los perros de la guerra
HELEN FIELDING - El diario de Bridget Jones
HERMANN HESSE – Siddhartha
ISABEL ALLENDE - Cuentos de Eva Luna
ISABEL ALLENDE - El bosque de los pigmeos
ISABEL ALLENDE - El plan infinito
ISABEL ALLENDE - El reino del Dragón de Oro
ISABEL ALLENDE - Inés del alma mía
ISABEL ALLENDE - La casa de los espíritus
ISABEL ALLENDE - La ciudad de las bestias
ISABEL ALLENDE – Paula
ISABEL ALLENDE - Retrato en sepia
J.K. ROWLING - Harry Potter (los 5 primeros)
JOAQUIN M. BARRERO - El tiempo escondido
JOHN BOYNE - El niño con el pijama de rayas
JORGE BUCAY - El camino de las lágrimas
JOSÉ HIERRO - Sonetos (POESÍA)
JOSÉ ZORRILLA - Don Juan Tenorio
JOSEPH KANON - El buen alemán
JULIO CORTAZAR - La rayuela
JULIO CORTÁZAR - Toda su obra
K. NEVILLE - El ocho
KATHERINE NEVILLE - El ocho
KEN FOLLET - El valle de los leones
KEN FOLLET - En el blanco
KEN FOLLET - Los pilares de la tierra
LINDSEY DAVIS - La plata de Britania
M. HIDALGO - El pecador impecable
MANUEL LOZANO LEYVA - El galeón de Manila
MATILDE ASENSI - El origen perdido
MATILDE ASENSI - El último catón
MATILDE ASENSI - Todo bajo el cielo
MIGUEL DELIVES - El camino
MINEKO IWASAKI - Vida de una geisha
MO YAN - Sorgo rojo
MORGAN LLYWELYN - El druida
NOAH GORDON - El médico
NOAH GORDON - El último judio
P. COELHO - El alquimista
P. COELHO - Once minutos
P. COELHO - Verónica debe morir
PABLO ILLANES - Una mujer brutal
PAUL AUSTER - El palacio de la luna
REINALDO ARENAS - Antes que anochezca
REINALDO ARENAS - Celestino antes del alba
REINALDO ARENAS - El mundo alucinante
ROBERT LOUIS STEVENSON - La isla del tesoro
ROSA MONTERO - Historia del rey transparente
SANDRA CISNEROS – Caramelo
STEPHEN R.LAWHEAD - Grial (Ciclo Pandragón - V)
THOMAS HARRIS - El silencio de los corderosTOLKIEN - El Señor de los Anillos



MIL GRACIAS A TODOS

Carmen

CUESTIÓN DE ACTITUD

1 bombilla encendida  


Hace ya algún tiempo un amigo me regaló una camiseta en rebajas. La prenda en cuestión era muy sencilla. Blanca, manga china, muy entallada y a la altura del pecho una inscripción grande en letras negras que decía “questão de atitude”. He de deciros que fue un detalle, por supuesto, pero me quedé un poco sorprendida porque, ni estoy acostumbrada a recibir regalos, ni tampoco soy muy dada a recibirlos. Reconozco ser un poco rarita para ciertas cosas, prefiero un beso, un abrazo y una sonrisa sincera a un ramo con una docena de rosas. Pero bueno, que fue un gesto bonito porque sí, no había razón, ni motivo, ni fecha señalada, lo hizo porque simplemente le dio la gana y así le nació (eso es en realidad lo que más valoro).

Si he dejado caer que me la compró en rebajas no ha sido por despiste, ha sido completamente intencionado, si él supiera lo que me marcaron las letras de esa “baratija” no daría crédito.

Soy negativa por costumbre. En una entrada anterior ya hablé sobre ese maldito vaso que siempre tiendo a verlo medio vacío. Intento cambiarlo, pero reconozco que me cuesta. Lo consigo por momentos, pero vuelvo al pesimismo y a la oscuridad con facilidad y con velocidad ultrasónica. Hay veces, muchas, que necesito que alguien o algo me pegue un toque, me despierte, me abra los ojos y me diga:”Eh boba, que así no vas a ninguna parte”. Eso fue lo que hizo esa camiseta conmigo.

Cuestión de actitud. Pues sí, para que andarme con tonterías. Mi vida cambiaría radicalmente si me aplicara el cuento y empezara a ver y a vivir las cosas de una forma diferente. Si es que al final lo que cuenta no son las experiencias ni los aprendizajes teóricos, si no lo que haces con ellos. Que es que yo la teoría me la sé, toda, el problema es que no practico con ella, no al menos de forma constante.

La cosa es que cuando tengo un mal momento y me dejo llevar por una negatividad cegadora y patética pienso en esa frase. La tengo presente y no la olvido. A veces me hundo, con más facilidad que la mayoría de gente, pero siempre acabo levantándome y saliendo del pozo, y entonces la recuerdo, y hasta donde puedo la practico. Que las cosas poquito a poco y sin prisa, que todo tiene su proceso y su evolución, que yo sé que lo conseguiré.

Creo en lo que algunos llaman señales, solo que yo los llamo ángeles (aunque no necesariamente tienen que tener forma humana). Aquella camiseta fue el ángel que necesitaba en aquellos momentos y, hoy por hoy, sigue siendo fuente de mi superación.


Cuando estoy jodida y me tranquilizo me digo: “Solo es cuestión de actitud”


Carmen

A veces luz, a veces sombra

4 bombillas encendidas  

Y yo a veces me pregunto y pienso…

De qué sirve la ilusión, si la tiro a saco roto…

De qué sirven las ganas, si me falta el empeño y la constancia…

Para qué bailo con la inocencia, si la edad me contradice…

Para qué me sirve la experiencia, si vuelvo a tropezar con la misma piedra…

De qué me sirve añorar compañía, si alimento día a día mi vacio…


Hoy me permito hundirme, mañana volveré a saltar…

Carmen

Diez de la mañana (Relato 2)

2 bombillas encendidas  


Hacía ya más de tres horas que había empezado a temblar. Desnuda ante su espejo se había mirado con ojos críticos y perversos. Todos y cada uno de sus complejos habían salido a la luz, multiplicados por cincuenta, llevados a un estado de exageración tal que no pudo más que bajar la mirada y resoplar con rabia y desesperación. Antes bonita y esbelta, con su piel de porcelana y unas curvas perfectas, pasatiempo de albañiles temerarios y provocadora de pasiones ocultas entre la población masculina en general. Ahora los vestigios de la edad y la fuerza de la gravedad empezaban a hacer mella en ella y, simplemente, en el momento actual, ni sabía como esconderlo, ni sabía como mejorarlo. Lo único que sabía es que se sentía horrible, había decidido convertir a su cuerpo en su peor enemigo y por más que intentara ser condescendiente no veía en él más que un puñado de carne sosa e indeseable. Avergonzada y resignada se fue hacia el armario… Qué narices se ponía. Miró, rebuscó, se probó, se quitó, volvió a buscar… Finalmente, no muy convencida, optó por una falda de gasa y una blusa escotada que cortaba la respiración. Tacones de aguja, como no. Ya para acabar se pintó con colores suaves y naturales, dejó su larga melena suelta y se perfumó con lavanda.
Ya en la oficina, con algún que otro café de más, empezó a trabajar, o a intentar hacerlo. Sus atisbos a la puerta de entrada y las inquietas miradas a su reloj eran continuos. No conseguía concentrarse. El teclado de su ordenador se había alzado contra ella y no le dejaba escribir ni una sola palabra coherente. La conexión a Internet estaba en huelga y ni siquiera le dejaba entrar en el buscador. ¡Que desastre! Cada vez estaba más nerviosa. Varias llamadas de teléfono la hicieron centrarse un poco y olvidar que, en breve, llegaría el momento más agridulce de su día.
Se acercaba la hora. Empezó a sudar. Su estado de inquietud se convirtió en histeria. Las manos le temblaban, esclava de su excitación, no tuvo otra que dejarse llevar por una hiperactividad compulsiva y descontrolada. Su corazón se había disparado y bombeaba fuerte y rápido. Ella ya no era ella. Su edad había retrocedido en el tiempo, mucho tiempo atrás.

Diez de la mañana

Él aparcaba su furgoneta a la entrada de la correduría de seguros. Como siempre, ya antes de salir del vehículo empezó a buscarla en la opacidad de la puerta de entrada. Vio a una mujer en la recepción, moviéndose de un lado para otro del mostrador, rápida y competente. Sólo podía ser ella… por favor, que fuera ella. En ese momento alguien salió del local, las puertas se abrieron y pudo comprobar que, efectivamente, era ella. Sonrió y bajó de la furgoneta. Cogió los giros postales de aquel día y se dispuso a entrar, no sin antes disfrutar de un pequeño momento para observarla, sin que aquella mujer a la que adoraba en silencio se diera cuenta de su presencia, ni del cariño y el ensueño con la que era capaz de mirarla.

Ahí estaba él. Dios mío, quería hacerse pequeñita y diminuta para que aquel hombre no alcanzara a ver el rubor que se había apoderado de sus mejillas. Soltó todos los documentos que tenía en las manos, no quería que él se diera cuenta de su temblor. Se sentó, bajó la cabeza e hizo como que trabajaba en el ordenador.

Finalmente, después de un momento eterno, él entró. Ambos se miraron a los ojos. Sonrisas encantadoras, dulces, llenas de luz... magia...

- Buenos días.
- Buenos días.
- Traigo estos giros, ¿me los firmas tú?
- Pues es que mi jefe quiere que te lleves unos paquetes y te los quiere entregar en persona. Espera, le aviso de que estás aquí.
- Muchas gracias.

Que bonita estaba hoy... Todos las mañanas esperaba con ansia aquel breve momento en que tan unido se sentía a ella. Si ella supiera...

Tan perfecto como siempre... Era incapaz de controlar la sensación de dulce tensión que le hacía sentir ese hombre. Si él supiera…

- Puedes pasar.
- Gracias de nuevo.

Había aprovechado el aviso de la llegada a su jefe para pedirle cinco minutos de descanso. Rebuscó en el bolso y entre temblores encontró el tabaco. Lo complicado iba a ser encenderse el cigarro. Salió a la calle y dejó las puertas abiertas. Entre las cristaleras vio como él le entregaba la correspondencia al gerente y esperaba a que se la firmara. Como siempre, levantó la mirada y le sonrió. Ella, por supuesto, le devolvió la sonrisa y le hizo un gesto cómplice de aburrimiento. Él le guiñó un ojo. Suspiró y disfrutó aquel momento.

Cuando recogió los paquetes salió y se dirigió a ella directamente. Todavía estaba en la calle, temblando de frío. Agradeció poder verla a la luz del día.

- Bueno, por hoy ya está. Mañana más. Que tengas un gran día.
- Muchas gracias, igualmente. Hasta mañana entonces.

Cuando él se fué hacia la furgoneta ella aprovechó para mirarlo sin que se diera cuenta. Empezó a sentirse triste y tonta por no ser capaz de entablar ni siquiera una pequeña conversación amistosa. Siempre era igual. Él llegaba, se sonreían, se buscaban entre miradas que siempre se encontraban, pero entre ellos no había ni un “¿Qué tal, cómo estás?” Lo había intentado mil veces, mil mañanas se había propuesto dar un pequeño paso e intentarlo, pero jamás lo conseguía. Le perdía la inseguridad, le podía el miedo. Conformista como era, se quedaba todos los días con aquellos diez minutos de feliz locura…

Él la miró por el retrovisor del coche que tenía estacionado enfrente. Sabía que lo estaba observando. Bajó la cara y sonrió. Simplemente pensó “Hasta mañana corazón”.



Me habría encantado hacer de esto un bello poema. Un poema que no entrara en tanto detalle, que simplemente hablara del sentimiento y lo explicara con la melodía con la que solo puede expresarse un verso. Me habría encantado, pero es que simplemente no sé. Eso se lo dejo a los entendidos, yo mejor me dedico a hacer lo que sé, como sé… Cada uno en su terreno, zapatero a tus zapatos… Aún así, habría sido bonito saber convertir prosa en poesía…

Carmen

Mi bolso y yo

4 bombillas encendidas  


¿Que qué llevo en mi bolso Neruda?
Pues es que me da mal rollo contestar porque, si por alguna de aquellas, esto lo leyera un psicólogo, seguro me mandaba de patitas a un psiquiátrico y me hacía tomarme quince tranquimacines por hora.
Pero bueno, ya que me lo pides tú, lo hago (aunque con esto se reducen a cero mis posibilidades de encontrar novio)
Primero he de decir que tengo bastantes bolsos (no sé exactamente para qué porque casi siempre me lo meto todo en los bolsillos de los vaqueros y parezco un hombre en tremenda erección). Bolsos de viaje los cuento por cientos (no sé exactamente para qué porque por no ir no voy ni al pueblo más cercano)
El bolso que más utilizo últimamente es uno negro tamaño familia numerosa. Veamos que llevo ahora mismo, voy abriendo compartimentos y bolsillos:

· Mi carpeta del cole (Administrativo contable, para ser serios)
· Mi libreta del cole (pa qué lo voy a escribir todo en el mismo sitio, con lo que mola ir cargada como una burra!)
· El bonobus
· Mi cartera (con sus mil tickets y ni un solo euro)
· Un paquetito de toallitas de bebé (secas, secas, SECAS)
· El móvil
· Un globo de Telepizza (cortesía del último cumpleaños al que invitaron a mi dulce princesa)
· Un zapato de una muñeca, no se le vaya a perder (el otro no sé dónde está)
· Papelitos arrugados de esos que no quieres tirar al suelo
· Un paquete de pañuelos (con un pañuelo)
· 3 tiritas (es que mi hija es Mari Pupas y se ve un pequeño rasguño y se cree que se va a desangrar)
· Mis gafas de sol (hoy llueve)
· Mis gafas de vista (que jamás me pongo)
· 3 bolis y un lápiz (este último me lo regalo hoy mismo una amiguita de mi hija con todo su cariño y con una sonrisa que me enamoró)
· Una carterita para monedas (vacía, como no)
· Un elefantito de esos que salen en el Kinder Sorpresa (de una pieza, gracias a Dios)
· 3 mecheros (es que son un bien que fluye y vete tú a saber a quién se los he mangado)
· Mi tabaco
· Más papelitos arrugados
· Otro globo rosa
· Un dibujo de un payaso que me regaló mi pequeñaja (una verdadera obra de arte, por supuesto)
· Un caramelo de Frankenstein
· 1 piruleta de Imaginarium
· Un caramelo de esos blanditos
· 1 tira entera de caramelos de cola con picapica de esos que venden en Mercadona que llevan unos 20 (con uno solo, claro, el resto envoltorio vacío)
· 1 tuligamba, que es otro muñequito Kinder, también de una pieza, que tiene la “magia” de cambiar de color al sol (¿os dije que hoy llovía?)
· Una botella de agua (vacía)

No, no encuentro el perchero, pero aparecerá.
Como veréis soy un desastre y una trastera
Ya os dije que me daba vergüenza, pero bueno, es lo que hay.
Por favor, no me dejéis hacer el ridículo sola, si alguna de vosotras se anima ¡AVISADME!
Besitos

Por cierto Neruda, muy bueno lo del palito con la medida del pié de tu hijo, me lo apunto!!


Carmen

Vivaldi (Relato 1)

4 bombillas encendidas  

Jose Linares Molina "Desconsuelo"
Releyendo el relato me he dado cuenta de que habían un montón de errores, de esos de copiar y pegar. Si ya lo habeis leido éste ya está rectificado. Si os apetece volver a leerlo. I'm sorry


Bueno, al final he conseguido algo parecido a lo que quería. Es un relato corto, no quiero agobiaros con extensas lecturas. Por supuesto es completamente criticable, de hecho lo agradeceré. Si dejáis un comentario, por favor, no me mintáis. Aún así espero que os guste. Espero que esto no sea más que el principio del reencuentro. Poquito a poco, se hace camino al andar…

VIVALDI


Dos relajantes musculares y media botella de bourbon habían sido el remedio desesperado a una noche de insomnio agonizante. En menos de diez minutos su cuerpo cayó fulminado en un sueño pesado e intranquilo. Su cabeza no le concedió la piadosa tregua del descanso, aún dormida le siguieron atormentando pensamientos abstractos y delirantes. Rozó la locura.


Se despertó entre sudores fríos, perdida y confusa. La cara le escocía por las mil lágrimas derramadas y sentía los ojos hinchados al borde de la explosión. Le faltaba el aliento. Fue peor intentar incorporarse… Dios, que alguien parara esa noria descarrilada en la que se había convertido su habitación. Volvió a caer desplomada en la cama, sentía angustia y su cuerpo no dejaba de temblar. Sus sienes martilleaban una migraña despiadada.


Se quedó acostada. Intentó relajarse y hacer desaparecer el dolor por todos los poros de su piel, pero su cabeza vivía en una tormenta arrasadora y cruel. Volvió a cerrar los ojos. Al darse cuenta de que aquel caos insurrecto que era su cuerpo no iba a mejorar se fue levantando, poquito a poco. Ralentizada y prudente, consiguió sentarse al borde de la cama. Todo daba vueltas, una orquesta de percusión ponía banda sonora desde su interior a aquella escena de patética desesperación. Como pudo, llegó al baño y se arrodilló frente al retrete. Dedos en la garganta, vomitó y se quedó apoyada durante un espacio de tiempo incierto en la taza del sanitario. Progresivamente el alboroto de su cabeza se fue callando. Empezó a respirar. Se levantó y se metió en la ducha, vestida aún con la ropa del día anterior. El chorro de agua gélida fue lo que la acabó de despejar. Se fue desnudando mientras el agua corría sobre su cabeza, los vaqueros mojados la aprisionaban, su jersey de lana pesaba ya demasiado. Estuvo un buen rato recreándose en el despertar de sus sentidos. Recordó. Se dejó llevar y volvió a llorar. Lloró con rabia, lloró con ira, la impotencia la inundaba…finalmente llegó la pena. Se acuclilló y siguió llorando, manos en la cabeza, con el desconsuelo de una niña de cinco años a la que se le ha roto su muñeca preferida. Desahogo. Poco a poco el sollozo fue parando, los gemidos cesaron, todas las lágrimas habían sido derramadas…


Arrugada y temblando de frío se secó con una toalla sucia de tinte que encontró en un rincón del baño. Sacó su crema facial y se untó la cara en exceso para suavizar el escozor de sus mejillas, el colirio alivió sus ojos. Se vistió con lo primero que encontró en el desaliño de ropa que era su armario. Fue a la cocina y se preparó un café. Miró a su alrededor, la vajilla sucia se acumulaba desde lo menos hacía cinco días, el suelo estaba lleno de grasa por aquella sartén que había refilado en un ataque de airada tensión.

Se bebió de un sorbo el expreso y fue hasta su despacho. El ordenador seguía encendido, todavía en la pantalla de la bandeja de correo. Lo miró sin acercarse y divagó. Su mente se quedó en blanco, huyó a otro momento, a otro lugar… Volvió sobre sus pasos, salió de allí caminando de espaldas, con la mirada fija en aquel maldito abogado del diablo.


Todas las persianas de su salón estaban cerradas, en la penumbra pudo apreciar que aquella habitación estaba tan desarreglada como el resto de la casa. Todo era un auténtico caos, todo estaba sucio, desgastado y descuidado, como su propia existencia ¿En qué había convertido su vida? Recordó que había dejado el Mp3 en la mesita de su sagrado rinconcito de lectura, tanteó en la oscuridad y se lo colgó al cuello. Abrió cortinas, persianas, abrió ventanas y salió al balcón. Sus ojos se entrecerraron al noquearla el contraste de luz. Hacía frío y las calles todavía estaban mojadas por la tormenta de la noche anterior, pero el sol brillaba omnipotente y con fuerza. Se puso el reproductor y le subió el volumen al máximo, sonaba el Canon de Pachelbel. Se quedó quieta, cerró los ojos y respiró profundamente, oliendo el aire que la fue purificando, escuchando la música… relax total. Se sintió maravillosamente desnuda y renovada, poco a poco empezó a renacer. Ese adorable olor a recién hecho. Podía sentir sin mirar el mar que tenía enfrente de ella. Se volvió a dejar llevar. Maria Callas y su Ave María… El reloj se apiadó de ella y corrió más lento. La dejó disfrutar de todo lo que tenía a su alrededor y lo inmovilizó para que pudiera sentir todas y cada una de esas pequeñas pero vitales sensaciones. Empezó a percibir la serenidad y la paz que la rodeaba. Era una sensación extraña, pero dulce. Toda la semana se había ido cayendo poquito a poco, hasta que la noche anterior había firmado el acta de su rendición y se había dejado hundir en sus propias aguas corredizas. Hoy sin embargo se había levantado y había conseguido sobrevivir, como un pez que boquea y aletea en la orilla hasta que consigue llegar de nuevo al mar. Curioso lo que puede hacer con una persona un simple olor, una sencilla melodía… Imposible no sonreir.


Finalmente entró y se dirigió de nuevo al despacho. Ahí seguía su ordenador, palpable y real, cierto e ingenuamente cruel. Aquello no había sido un mal sueño. Se fue acercando lentamente y se sentó frente a él de una forma casi ceremonial. Miró la pantalla durante diez segundos y eliminó el último correo recibido, sin abrirlo esta vez, con veinte lecturas ya había tenido más que suficiente... Cayó una lágrima por sus mejillas, prefirió ignorarla. Suspiró de alivio y escribió un nuevo mensaje:

“Ayer morí por fin… Hoy he resucitado en un ser al que no te está permitido conocer… Llora tu duelo si es preciso y después… simplemente olvídame”

Lo envió sin ninguna duda y borró el contacto de forma permanente de la lista de su ordenador. Jamás lo recordaría, jamás quiso memorizarlo…

Era libre… por fin…


Sonaban las cuatro estaciones de Vivaldi…


Carmen

De obras

9 bombillas encendidas  

Estoy intentando cambiar el aspecto de mi blog. Hay cosas que aparecen y desaparecen por las pruebas, disculpar las molestias. O lo consigo o todo volverá a ser más o menos igual.

Carmen

Mariposas

2 bombillas encendidas  


Yo no sé si es la primavera o algún influjo caprichoso de la luna, pero estamos todos rebotados. Si no todos, si que la inmensa mayoría de la gente que me rodea, incluida yo misma. Estamos como idos, espitosos, en continuo estado de alerta, revolucionados y con la sangre en plena ebullición descontrolada.


Yo, personalmente, o tengo la tenia, o en mi barriga se han quedado a vivir mil mariposas que no paran de revolotear a sus anchas. No es un estado negativo, no al menos la mayoría de las veces, es sólo un proceso de euforia abstracta que me revoluciona las hormonas y esconde mi capacidad de raciocinio. No sé explicarlo, pero lo percibo, y también noto que no soy yo la única que padece estos efectos. Quizás sea ese instinto animal que jamás nos abandona y que convierte a esta época del año en un paraíso de emociones y deseos. Sea como sea y lo que sea, está ahí y no es fácil controlarlo.


Quizás eso de no tener pareja me hace más susceptible y receptiva a estos cambios, no sé, supongo que sí. La cosa es que yo, gran dama blanca, reina de la nieve, tengo la sangre alterada y de repente, más que nunca, necesito compañía masculina. Puedo decirlo más claro si queréis, pero quedaría medio raro en este blog tan purista y convencional. Me rio solo de escribir estas cosas, pero bueno, un buen amigo me ha pedido que sea yo misma y que hable más de lo que tengo en mis entrañas, así es que en ello estoy.


Hay a quien la primavera le hace volverse un pelín promiscuo y se fija en cualquier ser que lleve alguna prenda de menos, da igual ocho que ochenta, el resultado final es lo que cuenta. Cuidado que no lo critico, cada uno puede hacer lo que le venga en gana si es libre, pero yo para esto siempre he sido bastante mojigata. Ya le he puesto cara y nombre al objeto de mi desazón. Parezco una adolescente de quince años, o quizás de catorce (¿a que edad empiezan ahora?). Me paso todo el día pensando en un hombre que, aunque dudo que sepa que me llamo Carmen, sí que sabe que existo, pero no lo que haría con él si pudiera, angelico mío. La cosa es que he vuelto a temblar y a sentir ilusión. El miedo sigue ahí, pero le ha dado una tregua a la osadía y le permite hacer alguna que otra travesura. Estoy nerviosa, me paso el día buscando el momento para verlo y ponerle la mejor de mis sonrisas. Eso sí, en silencio, no vaya a ser que él se de cuenta, le de por sentir lo mismo que yo y entonces triunfe el pánico y patitas para que os quiero. Una amiga me ha pedido que esta vez no caiga en lo mismo de siempre, que ni se me ocurra idealizarlo, y que si, por alguna de aquellas, al chico le diera por corresponder aunque solo fuera un poquito a mi interés, que no huya despavorida cual murciélago a la luz del día. ¡Ay corazón!, eso es como pedirle a un nogal que convierta nueces en berenjenas. Que es que yo siempre pienso que me voy a quemar y que voy a salir mal herida. También he de decir que, por supuesto, como buena mujer al uso que soy, todos mis complejos han vuelto a reaparecer, que si el culo, que si el pecho, que si mi extrema palidez… Cobardía e inseguridad se llama. Podría contaros ya el final de la historia, pero es que hoy no tengo ganas de autocompadecerme y me apetece darme un voto de confianza. Hay mucho tiempo por delante, voy a dejar que siga su curso. Quién sabe, quizás tenga que revender mi máquina de coser sotanas…


Bueno, en resumen, que eso, que las mariposas me vuelan y me vuelan, me hacen cosquillas y me tienen en dulce tensión. Que quizás, que puede ser, que porqué no, que ¿y si fuera él?... que, aún si no es él, bendito momento de locura absurda.


Hace calorcito ya… ¿será eso?...

Carmen

De blogs y sus mil colores

2 bombillas encendidas  


Mi destroza ladrillos surgió por una necesidad innata de expresarme de la única forma que se me ha otorgado, escribiendo. Virtud o defecto, no lo tengo claro, prefiero no planteármelo, está ahí, y punto. Hago lo que puedo, me limito a decir las cosas como sé. Hace mucho tiempo mi profesora de literatura me insistió con verdadero ímpetu en que, si me aplicaba y conseguía hacer de mi interés un estado continuo, algún día conseguiría convertirme en una escritora profesional… pobre soñadora. Vaga por naturaleza que es una, ni me apliqué ni hice nada por evitar que el interés se esfumara y se convirtiera en nada. Me vendo mi propio humo. Es una pena, porque ahora que tengo mi blog y podría experimentar un poco con lo que siempre soñé, no me salen las palabras, mis dedos han dejado de funcionar. Intento escribir un corto relato, de esos que escribía miles cuando era niña sin esfuerzo alguno, pero por más que quiera y lo desee no lo consigo. Será que la intuición y la inspiración se fugaron al triunfar la pereza. Quizás algún día…

Es curioso este mundo de los blogs. Yo soy una de esas personas que no se limita a tener y mantener uno como puedo. Mi curiosidad felina me hace buscar otros lugares donde entretenerme y soñar, y la verdad es que, si buscas, los encuentras. Fisgoneando entre perfiles, entrando en los blogs de los comentaristas, propios e impropios, he descubierto a personas con una capacidad y un arte comunicativo francamente admirable. Desde el típico diario de bitácora hasta el blog temático y conciso. Desde la más humilde opinión hasta el más bello tratado de poesía. Desde el formato más sencillo y minimalista hasta auténticas obras de arte. Sean como sean, todos y cada uno de estos rincones de intimidad merecen, como mínimo, un breve espacio de tiempo para curiosear en ellos y abrir la mente a otras formas de pensar, a otros estilos de vida. Entre nosotros hay profesionales y aficionados. Cada uno en su sitio, deben ser explorados. En serio que yo me he quedado muy gratamente sorprendida con varios de ellos, sobre todo con esos que me encuentro por casualidad. La claridad y belleza con la que se explican algunos de ellos es, sencillamente, digna de admiración, envidia y respeto. Cómo no me voy a tirar para atrás sabiendo que hay quien me pega cien mil patadas en tan solo dos líneas de inspiración.


Eso de contar algo sin ningún tipo de interrupción y con libertad infinita nos libera y nos hace grandes, creo que es esta la verdadera función de un blog. Creo que casi todos lo basamos en eso. Puede que mi Sin Ladrillos no sea un derroche de sabiduría y de saber hacer, puede que apenas nadie lo visite y que no tenga un interés especial, pero desde que lo creé, desde que creé ya el anterior, me siento mejor, más serena, más en paz conmigo misma, y eso está bien, al menos a mi me sirve.


Si me permitís daros un pequeño consejo, no os quedéis solo con vuestro blog y el de vuestros amigos, buscar, investigar y dejar comentarios a todo aquello que os guste, a todos nos agrada la adulación y el cariño.

Mil besos, que tengáis un gran día.
Carmen