Hace ya algún tiempo un amigo me regaló una camiseta en rebajas. La prenda en cuestión era muy sencilla. Blanca, manga china, muy entallada y a la altura del pecho una inscripción grande en letras negras que decía “questão de atitude”. He de deciros que fue un detalle, por supuesto, pero me quedé un poco sorprendida porque, ni estoy acostumbrada a recibir regalos, ni tampoco soy muy dada a recibirlos. Reconozco ser un poco rarita para ciertas cosas, prefiero un beso, un abrazo y una sonrisa sincera a un ramo con una docena de rosas. Pero bueno, que fue un gesto bonito porque sí, no había razón, ni motivo, ni fecha señalada, lo hizo porque simplemente le dio la gana y así le nació (eso es en realidad lo que más valoro).
Si he dejado caer que me la compró en rebajas no ha sido por despiste, ha sido completamente intencionado, si él supiera lo que me marcaron las letras de esa “baratija” no daría crédito.
Soy negativa por costumbre. En una entrada anterior ya hablé sobre ese maldito vaso que siempre tiendo a verlo medio vacío. Intento cambiarlo, pero reconozco que me cuesta. Lo consigo por momentos, pero vuelvo al pesimismo y a la oscuridad con facilidad y con velocidad ultrasónica. Hay veces, muchas, que necesito que alguien o algo me pegue un toque, me despierte, me abra los ojos y me diga:”Eh boba, que así no vas a ninguna parte”. Eso fue lo que hizo esa camiseta conmigo.
Cuestión de actitud. Pues sí, para que andarme con tonterías. Mi vida cambiaría radicalmente si me aplicara el cuento y empezara a ver y a vivir las cosas de una forma diferente. Si es que al final lo que cuenta no son las experiencias ni los aprendizajes teóricos, si no lo que haces con ellos. Que es que yo la teoría me la sé, toda, el problema es que no practico con ella, no al menos de forma constante.
La cosa es que cuando tengo un mal momento y me dejo llevar por una negatividad cegadora y patética pienso en esa frase. La tengo presente y no la olvido. A veces me hundo, con más facilidad que la mayoría de gente, pero siempre acabo levantándome y saliendo del pozo, y entonces la recuerdo, y hasta donde puedo la practico. Que las cosas poquito a poco y sin prisa, que todo tiene su proceso y su evolución, que yo sé que lo conseguiré.
Creo en lo que algunos llaman señales, solo que yo los llamo ángeles (aunque no necesariamente tienen que tener forma humana). Aquella camiseta fue el ángel que necesitaba en aquellos momentos y, hoy por hoy, sigue siendo fuente de mi superación.
Cuando estoy jodida y me tranquilizo me digo: “Solo es cuestión de actitud”
Carmen
1 bombilla encendida:
Tengo que decirte que estoy muy sorprendida con lo que leo en cada una de tus entradas. En muchas cosas de las que cuentas me veo reflejada yo misma. Nunca pensé encontrar a una persona tan parecida a mí. Yo suelo ver también el vaso medio vacío, y soy bastante negativa, aunque intento remediarlo. Estoy en una época de mi vida difícil, y eso de "cuestión de actitud" me lo he planteado muchas veces, unas con éxito y otras no.... Pero chica, no podemos tirar la toalla, aunque tan sólo sea por esos pequeños ojos que nos miran con adoración, como si fuésemos auténticas diosas...no podemos defraudarlos. Un abrazo fuerte.
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