No confíes en mi voz… a veces miente…Mírame a los ojos… ellos nunca engañan…Presta atención a mi letra… esa soy yo…

Love song for a vampire

 





El otro día estuve leyendo la última carta de amor que escribí. Última carta a mi último gran amor… quizás el único. Última carta, carta de despedida. Carta de “Adiós cielo, te quiero, te amo, pero vete, déjame irme”



Dicen que con la lejanía, con el correr del tiempo, todo se ve distinto, los sentimientos cambian, las cicatrices sanan, el dolor remite… Eso dicen, y es cierto. Todo cambia, la perspectiva ya no es la misma, el sentir se transforma… Ya no hay odio, ni rencor, ni impotencia, ni pesadez, ni incomprensión… Eso dicen, y es cierto.



La cosa es que me resultó fácil encontrarla en el desorden de mis documentos, su título no daba lugar a la duda, la guardé como “Love song for a vampire” (con todo mi cariño, aunque resulte difícil comprenderlo)



El amor es ciego, no entiende de razones ni de ironías, no sabe de patadas ni tampoco de lo que es un engaño ni un espejismo. El amor es químico, no se rige por leyes certeras ni universales. No te pide llegar, simplemente llega.



Fue una relación traumática, desgarradora, casi me desangró. Una de esas experiencias vitales que te tocan vivir y que, o te matan, o te hacen más fuerte. Yo sobreviví, boqueando y al borde de la locura, pero sobreviví… y aprendí… No aprendí a saber lo que quiero, pero sí a saber lo que no quiero y lo que no me merezco, y para mí eso ya es una gran lección. Y por eso no tengo más que sentirme agradecida hacia aquel hombre al que le permití que casi acabara conmigo y al que le consentí dejar mi autoestima en números rojos.



He de reconocer que estoy en un momento bastante sensible de mi vida. Las mariposas aquellas a las que les prohibí regresar han vuelto, y esta vez vienen con refuerzos para poder destruir el gran muro de hielo en el que me he protegido hasta hace bien poco. Son muchas y vienen con ganas de guerra y fuego. He intentado ahuyentarlas con fuerza, pero nada, que aquí se quedan, revoloteándome y trastornándome hasta una locura que solo puedo calificar como dulce (muy a mi pesar, he de repetir)



La cosa es que, intentando noquear a mi pánico, busqué la carta y la leí… Me volví a emocionar, volví a llorar, volví a sentir, volví a añorar… y volví a sonreír. Como ya dije antes todo se ha transformado y ya no es lo mismo, pero el cariño perdura, de otra forma, pero sigue ahí. Cómo dejar de querer a una persona que tanto me ha dado, como olvidar a aquel hombre que me descubrió el amor con todas sus consecuencias. Cómo ignorar a quién me enseñó que el Amor es respeto y aceptación. Cómo obviar a quién siguió a mi lado a pesar de mis miserias y mis extravagancias. Cómo exiliar al olvido a aquel ser imperfecto al que adoraba. Cómo, no seré yo.



Promesas a saco roto, ilusiones infundadas, esperanza surrealista. Sí, todo esto es cierto, pero en la lejanía, con lo que me quedo, es con aquellos benditos momentos de luz que compartió conmigo. Ya no hay cabida para explicaciones ni juicios. Me quedo con lo que me enseñó, que fue mucho, y con lo bueno, que fue muy grande. Porque si no, no habría existido ni motivo ni razón, porque me niego a pensar que tiré por la borda dos años de mi vida, porqué lo que sentí por él fue puro y real, porqué mi lucha sangrienta mereció la pena a pesar de todo, porqué me enseñó a quererme, y respetarme, y aceptarme. Por eso le doy las gracias, siempre tendrá una inmensa habitación reservada a perpetuidad en un rinconcito de mi alma, y así quiero que siga siendo. Los sentimientos cambian, mudan, pero no se olvidan si han tenido unos cimientos reales y fuertes. No volvería con él, jamás volvería con él. Ya no es amor, pero sí cariño. Las lágrimas se convirtieron en sonrisas tiernas. Esto es lo bueno del correr de los años. Luché contra el dolor... Y VENCÍ




Ya sé lo que no quiero, y ahora, sencillamente, quiero volver a SENTIR





Para aquellos que no lo sepáis “Love song for a vampire” es una canción de Annie Lenox, tema principal de, para mí, una gran película de Amor; Drácula (de Bram Stoker, 1992). Por supuesto, está en mi playlist


Carmen

8 bombillas encendidas:

Anónimo dijo...

He estado entrando en tu blog cada día buscando una nueva entrada y me he sorprendido a mí misma preocupándome por alguien a quien apenas conozco. Siento que estés pasando una mala racha... yo no soy quien para aconsejar, pero mi filosofía de vida es vivir sin arrepentirme de nada, y ya sé que a veces es difícil, pero por muy mal que lo hayas pasado, como muy bien tú has explicado en tu entrada, también hubo cosas buenas... pues quédate con todas ellas. Puedo ver en tí a alguien especial... seguro que tu príncipe azul llegará antes de lo que imaginas. Un beso.

CARINA dijo...

volver a sentir.. ojala sea pronto y me das la receta ,porque yo ,no puedo..
un besote

Carmen dijo...

Míralas aquí mis niñas que jamás me fallan!! GRACIAS!!!!!!!

Neruda cielo, estoy bien, es solo apatía, no es preocupante, aunque reconozco que yo también me "mosqueo" cuando tardas en actualizar tu blog. Si es que lo nuestro es sufrir, seremos bobas.

Carina vida, por lo que intuyo en tu blog tu experiencia fué bastante más traumática que la mía. Sólo creo que debes pensar que eres joven, guapa y una gran mujer, y que a tu flaco no le habría gustado que te quedaras sola. VIVE!!!

Besazos para las dos

PATY & JEAN dijo...

Es inevitable no mirar al espejo retrovisor, de echo es casi necesario; sin embargo no pierdas de vista tu camino, tu nuevo camino. Céntrate en el y en el horizonte…
Te regalamos una sonrisa desde Vigo…

Unknown dijo...

Hola Carmen… Vera, una cosa muy importante que no debes olvidar es que no debes decir: “Nunca jamás” Todo tiene su razón de ser y tras de ti quedo un siclo cerrado que cumplió su cometido para traerte ante una puerta que se abre ante ti. Solo te digo. Entra sin titubear.

Carmen dijo...

Gracias Paty, gracias Jean, sabios consejos los vuestros.
Hace unas cuantas entradas dije algo así como que la teoría me la sé casi toda, mi problema es la práctica. No he sabido aprender del todo de mis errores, no sé llevar mi experiencia por el lugar adecuado. El resultado es que estoy recubierta de un bloque de hierro construido con miedos, temores, pánicos y fobias, y romperlo es bastante complicado. Parezco un lobo al acecho continuo, pero en realidad no soy más que una maldita cobarde. Ese es mi verdadero problema. Sencillamente, en cuestión de amor, no sé avanzar. Ya sé que desde fuera parece una tontería y una niñez...
Aún así intentaré haceros caso, aunque no sepa ni por donde empezar.

Mil besazos para los dos, gracias por seguir conmigo!!!

Fran Rodríguez dijo...

_depositamos tanto en ese hermoso juego de relacionarse con alguien de una manera tan íntima y reservada que luego nos salen los tiros por la culata y nos queda el pasado, aquello que, como dijo Borges de la creación
es una mezcla de olvido y recuerdo de lo que hemos leído; o sea, que yo diría de los y por lo tanto una mezcla de olvido y recuerdo de lo que hemos vivido. El pasado, en todo caso, nos podría servir para aprovechar el presente, que es lo que en definitiva vivimos y lo que luego será recuerdo, pasado, nada. Ojalá el pasado nos de fuerzas para afrontar nuestros futuros amorosos, Carmen. Tú, y yo no me sumo por decoro, te lo mereces.

_un beso, vida!

Carmen dijo...

Gracias por tu comentario Efe, ya sabes que me daba miedo leerlo. Prudente y delicadamente acertado, GRACIAS.
¿Me lo merezco?, sí, por supuesto que sí, pero no creo que me lo merezca por ser yo quien soy. Todos merecemos amor, cariño, comprensión, aceptación y respeto. Es un derecho, incluso me atrevo a afirmar que una obligación. Es uno de esos objetivos finales que todos buscamos de forma inconsciente, sólo que algunos tienen más facilidad para no perderse en el camino e irse por el sendero de piedras y espinos.
Del pasado aprendí lo que no quiero, supongo que esto ya es un principio...
Un besazo cielo, TQ