No confíes en mi voz… a veces miente…Mírame a los ojos… ellos nunca engañan…Presta atención a mi letra… esa soy yo…

BIENVENIDO DIEGO

4 bombillas encendidas  

Ésto en realidad no es un video, no cuentan las imagenes, sino la música. Ha sido la única forma de poder subirla.
(Parad el reproductor de bajo, cerrad los ojos y ... simplemente... SENTID)



Bienvenido cielo, gracias por venir




Besitos Patricia, Besitos Ana

Carmen

BON JOVI - It's my life

4 bombillas encendidas  

Ya sé que últimamente no estoy demasiado por aquí, ya sé que no me paseo con la misma asiduidad por vuestros rincones. No es que esté mal, solo es un pelín de cansancio y de apatía. Volveré. Sigo aquí aunque no me veais
Mientras os dejo un video con la única explicación que crecí con ellos, forman parte innegable de mi banda sonora...

(Ya sabeis, lo de siempre, si quereis verlo, apagad el reproductor)
Carmen

Love song for a vampire

8 bombillas encendidas  





El otro día estuve leyendo la última carta de amor que escribí. Última carta a mi último gran amor… quizás el único. Última carta, carta de despedida. Carta de “Adiós cielo, te quiero, te amo, pero vete, déjame irme”



Dicen que con la lejanía, con el correr del tiempo, todo se ve distinto, los sentimientos cambian, las cicatrices sanan, el dolor remite… Eso dicen, y es cierto. Todo cambia, la perspectiva ya no es la misma, el sentir se transforma… Ya no hay odio, ni rencor, ni impotencia, ni pesadez, ni incomprensión… Eso dicen, y es cierto.



La cosa es que me resultó fácil encontrarla en el desorden de mis documentos, su título no daba lugar a la duda, la guardé como “Love song for a vampire” (con todo mi cariño, aunque resulte difícil comprenderlo)



El amor es ciego, no entiende de razones ni de ironías, no sabe de patadas ni tampoco de lo que es un engaño ni un espejismo. El amor es químico, no se rige por leyes certeras ni universales. No te pide llegar, simplemente llega.



Fue una relación traumática, desgarradora, casi me desangró. Una de esas experiencias vitales que te tocan vivir y que, o te matan, o te hacen más fuerte. Yo sobreviví, boqueando y al borde de la locura, pero sobreviví… y aprendí… No aprendí a saber lo que quiero, pero sí a saber lo que no quiero y lo que no me merezco, y para mí eso ya es una gran lección. Y por eso no tengo más que sentirme agradecida hacia aquel hombre al que le permití que casi acabara conmigo y al que le consentí dejar mi autoestima en números rojos.



He de reconocer que estoy en un momento bastante sensible de mi vida. Las mariposas aquellas a las que les prohibí regresar han vuelto, y esta vez vienen con refuerzos para poder destruir el gran muro de hielo en el que me he protegido hasta hace bien poco. Son muchas y vienen con ganas de guerra y fuego. He intentado ahuyentarlas con fuerza, pero nada, que aquí se quedan, revoloteándome y trastornándome hasta una locura que solo puedo calificar como dulce (muy a mi pesar, he de repetir)



La cosa es que, intentando noquear a mi pánico, busqué la carta y la leí… Me volví a emocionar, volví a llorar, volví a sentir, volví a añorar… y volví a sonreír. Como ya dije antes todo se ha transformado y ya no es lo mismo, pero el cariño perdura, de otra forma, pero sigue ahí. Cómo dejar de querer a una persona que tanto me ha dado, como olvidar a aquel hombre que me descubrió el amor con todas sus consecuencias. Cómo ignorar a quién me enseñó que el Amor es respeto y aceptación. Cómo obviar a quién siguió a mi lado a pesar de mis miserias y mis extravagancias. Cómo exiliar al olvido a aquel ser imperfecto al que adoraba. Cómo, no seré yo.



Promesas a saco roto, ilusiones infundadas, esperanza surrealista. Sí, todo esto es cierto, pero en la lejanía, con lo que me quedo, es con aquellos benditos momentos de luz que compartió conmigo. Ya no hay cabida para explicaciones ni juicios. Me quedo con lo que me enseñó, que fue mucho, y con lo bueno, que fue muy grande. Porque si no, no habría existido ni motivo ni razón, porque me niego a pensar que tiré por la borda dos años de mi vida, porqué lo que sentí por él fue puro y real, porqué mi lucha sangrienta mereció la pena a pesar de todo, porqué me enseñó a quererme, y respetarme, y aceptarme. Por eso le doy las gracias, siempre tendrá una inmensa habitación reservada a perpetuidad en un rinconcito de mi alma, y así quiero que siga siendo. Los sentimientos cambian, mudan, pero no se olvidan si han tenido unos cimientos reales y fuertes. No volvería con él, jamás volvería con él. Ya no es amor, pero sí cariño. Las lágrimas se convirtieron en sonrisas tiernas. Esto es lo bueno del correr de los años. Luché contra el dolor... Y VENCÍ




Ya sé lo que no quiero, y ahora, sencillamente, quiero volver a SENTIR





Para aquellos que no lo sepáis “Love song for a vampire” es una canción de Annie Lenox, tema principal de, para mí, una gran película de Amor; Drácula (de Bram Stoker, 1992). Por supuesto, está en mi playlist


Carmen